Lestat de Lioncourt
Para ti crearé un jardín cargado de
flores. Permitiré que las aves canten en una eterna mañana de
primavera. Llevaré para ti el aroma de los jazmines y el dondiego.
Rozaré por tus mejillas el calor de un sol inexistente. Y si lo
deseas, amor mío, también te llevaré a un atardecer cargado de una
paleta de colores intensa. Mi amor, por ti haré cualquier cosa.
Quiero alejar el dolor y la miseria que te rodean. Te marchitas, como
si fueses una flor que se seca, en esa infame silla. Te hablan, amor,
y no escuchas. Miras ciega la salida que tanto has deseado tomar.
¿Cuántas veces te has imaginado fuera de éste paraíso lleno de
miserias? Mi amor, te envenenan.
Estás perdiendo el color. La nieve
está cubriendo las raíces de tu cabello negro. No eres demasiado
vieja, de hecho parece que el mundo conservó tu belleza. Te estás
convirtiendo en un ángel en medio de un desierto de almas perversas.
Y yo lloro. Cuando la lluvia cae sobre el techo de tu habitación soy
yo. Sí, el mismo que te visita y acaricia tu cuerpo. Te hago el amor
cada noche, te deseo mía, mientras me compadezco de tus pobres
huesos retorcidos en el colchón de tu cuarto.
No soy un demonio. Sólo soy El Hombre.
Me he convertido en el Impulsor de tus sueños. Quiero que yazcas
entre mis brazos y veas el mundo que he creado para ti. No te
preocupes, pues cantaré a tu lado alabanzas a tu belleza, la bondad
de tu alma y las lágrimas que no has podido derramar. Pero, como te
he dicho, yo lloraré por ti. Haré que las lágrimas bañen el
jardín.
Amor mío... amor mío... Deirdre...
amor mío... amor mío... ¡Encerrada en una cárcel de piel, carne y
huesos! ¡Querida mía! Te están matando y yo no puedo hacer nada.
Intentan callar tu verdad y bondad. Nada malo hiciste. Nada.
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