Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Mi mano

—¿Alguna vez has amado tanto que te ha dolido el alma?—preguntó con la vista perdida en el pantano.

Los caimanes chapoteaban en las densas y oscuras aguas. Los insectos zumbaban sin temor a ser aplastados. Las flores, salvajes y vivas, perfumaban ligeramente el lugar. La hierba alta rozaba las suelas de nuestros impecables zapatos. Atrás, como un monumento perdurable en el tiempo y un pequeño escondrijo de niños perdidos, se alzaba el Santuario de Petronia. Aquella edificación lujosa, de oro y mármol, que a veces usaba como refugio y la pequeña construcción en madera que había sido mejorada cuantiosamente por él, por Tarquin.

—Varias veces—acepté abrazado a mí mismo.

—Así amo a Mona. Ella lo ha sido todo para mí desde el momento en el cual la conocí—me explicó girándose suavemente hacia mí.

Tenía una belleza poco común. Aquellos ojos azules, tan intensos, hablaban de dolor y desasosiego, pero también de un amor desatado como las llamas del infierno. Sus cabellos negros, los cuales rozaban ligeramente su frente, eran una selva arremolinada con vida propia. Era esbelto, vestía de forma exquisita y parecía un joven empresario de rotundo éxito. Me di cuenta que le amaba como hubiese amado a un hermano, pues sentía unos deseos inmensos de protegerle y ofrecerle mis conocimiento. Pero era imposible. Yo no era un buen maestro, salvo conmigo mismo. Todo lo que había aprendido había sido por mis propios medios y explicar a otros era muy difícil, nadie comprendía mi método y todos terminaban recriminándome mis fallos.

—Podrías seguir contándome vuestra historia—expliqué llevándome las manos a los bolsillos de mi levita.

Mis botones de camafeos resplandecieron en mitad de la noche, igual que mis ojos. Allí éramos dos almas libres, dispuestas a escucharse, mientras el mundo se moría un poco y volvía a la vida. Era un ciclo terrible. No muy lejos estaba su viejo hogar, la casa que lo vio crecer. Habíamos salido tan sólo unos minutos para que me mostrase éste lugar, el lugar donde se refugiaba mientras se golpeaba con recuerdos y momentos que no había vivido, ni viviría.

—Dime, ¿a quién has amado tanto?—preguntó—. ¿Nicolas? ¿Louis? ¿Claudia? Cuéntame.


—Principalmente he amado a mi madre desde que era un niño. Ella siempre fue muy severa conmigo, pues no quería que fuese un soñador. Deseaba que viese la realidad en la cual me movía, la que me encadenaba a un tormento tras otro—expliqué meneando suavemente la cabeza—. Pero ella no es mala, hermanito. Ella tiene una filosofía salvaje. Si no hubiese sido educado con mano dura, estoy seguro, habría acabado muerto demasiado joven—dije encogiéndome de hombros, para luego suspirar—. Nicolas fue mi primer amor, pero Louis es el amor más grande he tenido. Claudia siempre será mi hija, pese a todo el sufrimiento que me ha ofrecido—me acerqué a él y lo estreché—. También te quiero a ti, como he querido a David y a los demás amigos que han intervenido en mi vida, implicándose con mis sueños y mi camino. Te quiero, Tarquin, y quiero que sepas que me tienes aquí. Yo seré tu amigo, tu consejero si lo deseas, aunque a veces sea un desastre.

Lestat de Lioncourt   

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Lestat de Lioncourt