Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 12 de octubre de 2015

No preguntes al rey de los irresponsables...

—Buenas noches, David—dije dejando el libro en la estantería—. ¿Acaso vienes a advertirme?

—Hace tiempo que tiré la toalla contigo—suspiró pesadamente encogiéndose de hombros, cruzando los brazos sobre su pecho y apoyándose del lado derecho contra la estantería—. Eres imposible—dijo con una sonrisa suave. Era elegante y tenía un aspecto muy atractivo. Aquel cuerpo había sido moldeado por su alma de hombre culto, refinado e intuitivo. Nada quedaba de ese brillo del principio, tan alocado y sumido en nuevas impresiones, sino que había otro más sabio que te transmitía conocimiento y misterio.

—¿Y a qué debo entonces que vengas a visitarme?—pregunté apartándome de la mesa.

—Viene a vernos—sugirió Amel alborotado—. Pregúntale si desea jugar al ajedrez—murmuró echándose a reír a carcajadas—. Tenemos ventaja, belleza.

Yo sólo sonreí contemplándolo. Deseaba estrecharlo entre mis brazos y decirle cuan agradecido estaba de tenerlo ahí. Pero me contuve. Tan sólo me giré por completo hacia él y me perdí en sus ojos. Amel podía contarme todo lo que pasaba por su cerebro, eso que ocultaba ese alma llena de pecados y aciertos, si bien jamás me gustó leer las mentes. Siempre he preferido el misterio, lo insólito y sorprendente. Conocer con antemano lo que me van a contar es demasiado insípido.

—Quería saber cómo estás...—dijo acercándose a mí, para apoyar sus manos sobre mis hombros.

—Vienes a comprobar si sigo siendo el mismo irresponsable, carismático e idiota de siempre o si me he vuelto loco y permitido que Amel tome el control. David, por favor. Amel es feliz compartiendo conmigo éste tiempo, una conversación que durará para siempre, y que nos arrebata a ambos la soledad que sufríamos. Ésto nos beneficia a los dos—expliqué mientras iba hacia mi escritorio, donde me apoyé, girándome hacia él—. Ya me has visto.

—He cometido un acto terrible—susurró.

—¿Has matado a alguien que no lo merecía?—indagué.

—He jugado con fuego... Daniel y yo...

—No me interesa la clase de juegos que tengáis—aseveré mientras me sentaba—. No soy la hermanita de la caridad, ni alguien con el alma pura y dulce. Yo no te puedo aconsejar.

—Tiene miedo de Marius, seguro—murmuró Amel.

—Marius no te hará nada. Nos aseguraremos de ello—dije con la mano derecha sobre mi corazón.


David sólo asintió y se marchó. Los líos de faldas eran sólo divertidos cuando yo era el causante. ¡Tenían emoción! Pero lejos de ese círculo vicioso eran aburridos e incluso tedioso hablar con una moral de la cual carecía.

Lestat de Lioncourt   

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Lestat de Lioncourt