Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 5 de septiembre de 2016

A él.

Estos son los pensamientos de mi hijo Viktor hace unos años... ¡Ah!

Lestat de Lioncourt 





He leído sus pensamientos, acciones y cientos de detalles que mi padre ha arrojado sobre persona. Urdí mis pensamientos, buenos y malos, hacia Louis desde que tengo uso de razón; pues mi madre siempre se esmeró en ofrecerme todo la educación, así como pequeños caprichos, porque yo era su tesoro, su único hijo, el pequeño eslabón en una cadena y el culmen de una búsqueda que se había iniciado cuando era joven, indefensa en muchos aspectos y demasiado soñadora. Nunca evitó que yo supiese toda la verdad. Así que me sentaba en mi pequeño e iluminado escritorio, ponía los libros de mi padre, así como los de sus compañeros inmortales, frente a mí y decía ir a las páginas que yo mismo marcaba para releer una y otra vez frases que me diesen una ligera idea, aunque fuese demasiado sencilla, sobre cómo pensaba mi padre y la forma en la cual pronunciaba cada palabra.

Sabía que Louis tenía un acento francés que no podía negar, pero mi padre a veces tenía uno más neutro debido a sus viajes y que solía conversar con más gente, influyéndose y moldeándose continuamente. Me preguntaba cómo sería esas discusiones, casi eternas, que ambos tenían frente a Claudia y los ojos de esa niña, los ojos de una mujer adulta, deleitándose con la rabia y los celos de ambos. Incluso meditaba sobre las normas que Marius parecía haber impuesto basándose en la lógica y experiencia recaudada durante siglos. Podía imaginar el olor a pantano cuando Tarquin Blackwood entró en escena como un príncipe de sangre azul, aunque casi todos los príncipes destiñen y muestran un monstruo hambriento. Él lo tenía, pero lo vi justificado.

Conforme crecía los libros parecían insuficientes. Con diez años, aproximadamente, llegó a mi poder Cántico de Sangre. Fue el último. Mi padre dejó de comunicarse. Con la historia de Mona todo se perdió. Pude conseguir otra, no muy distinta, que estaba vinculada con la familia de la joven pelirroja, aunque fue amargo saber todo sobre ellos porque comprendí aún más su dolor, desasosiego y problemas de unos con otros. Lloré. Creo que lloré durante algunas noches. Entonces me percaté que puedo ser tan sensible como mi padre, pero no entro a lo blasfemo cuando se molesta. Mi padre tiene un carácter pésimo a veces tan similar como el de Marius. Yo soy más calmado y me preguntaba si tenía que ver con la sangre o simplemente había salido a mi abuela, la cual parecía siempre distante cuando debía actuar de forma apasionada.

Tenía diecisiete años, casi dieciocho, cuando fui al despacho de Fareed exigiendo conocer a mi padre. Él me miró, suspiró, miró a Seth y este me echó fuera de la habitación donde terminaban de analizar mis últimas muestras de sangre y ADN. Pronto iba a cumplir dieciocho años y estaba dispuesto a llamar la atención. De no ser por las Quemas, por esas horribles Quemas, habría lanzado un libro al mercado llamándome el “Hércules del Zeus vampírico” o algo así. ¿Acaso no era el enviado de un “dios” por muy oscuro que fuese? ¿Acaso no era una mezcla entre ese “dios” y una pobre mortal por aquel entonces? Podría ser un prodigio de la ciencia, pero me gustaba la forma pomposa, y ocasionalmente desacertada, que tenía mi padre para hacerse notar.


Supongo que si escribo todo esto en mi portátil es porque necesito desahogarme. Esta noche iba a conocerlo y no ha dado señales de vida. Dicen que está ocupado con unos asuntos, que pronto vendrá y que quizá mañana aparecerá abrazándome, agarrándome del rostro y diciéndoles a todos con orgullo, y algo de egocentrismo, que somos idénticos.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt