Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 1 de noviembre de 2016

De nuevo... Yo.

Me ha llegado esto por medio de un mortal... no sé si echar a correr o investigar.

Lestat de Lioncourt 



Mi figura siempre ha destacado entre la multitud aglutinada en las modernas ciudades. No obstante, parezco uno de los numerosos empresarios o trabajadores de bolsa. Visto bien, de forma aseada, y mi aspecto no difiere demasiado de esa capa social que vive por y para el trabajo. En realidad, vivo siempre involucrado en mis quehaceres. Nunca he dejado de recolectar almas para Dios, o más bien llevarlas conmigo para evaluarlas y posiblemente enviarlas con él. No hace falta presentaciones, ¿cierto? Yo he estado en esta historia desde el primer momento. No hablo ya de la historia de Lestat, sino de la historia de todos vosotros.

Mi rostro puede cambiar. Con el paso de los años y el lugar donde me muevo difiere, pues soy mimético como un camaleón. Mis ropas, mi piel, el color de mis ojos o el cabello es fácil de cambiar. Son sólo complementos. Lo único que no puedo modificar es la pésima opinión que tienen muchos sobre mí. Sólo aquellos que siguen el gnosticismo conocen o comprenden quién soy realmente. No soy Satanás, soy Lucifer. Ambos somos totalmente distintos. Él tiene un reino, Dios tiene otro y yo, como buen rebelde, fundé el mío donde los desposeídos, los despojados de la gloria y del pecado, yacen aguardando una ínfima posibilidad de salir de lo que llamé Sheol.

Aunque si os soy totalmente sincero, no existe un cielo o un infierno tal como lo han intentado describir. Sí, incluso yo he llegado a mentir a Lestat. Hay ciertas verdades incómodas. Quizá sólo existe un mundo y, tal vez, todos nos movemos en él en distintos planos. ¿Lo han pensado? Sea como sea, intenten visualizar una calle de una gran metrópolis. ¿Quién podría ser? Tal vez sí soy uno de esos elegantes hombres de negocio, con perfecta ortodoncia, perfume masculino avasallador y una cartera de piel con mis iniciales. ¿O puede que sea otra cosa? Si el cielo y el infierno no son lo que creéis, ¿qué hay de mí? Como he dicho depende de mi nuevo encargo. Hoy estoy en Nueva York.

Me encuentro en una azotea en realidad. Estoy observando el ocaso. Pronto oscurecerá y no se verá ni una maldita estrella debido a la contaminación lumínica, pero aún así están. Son como yo. Estamos aunque no se nos vea o aprecie. Somos parte importante de este mundo. Al menos, yo me considero una parte esencial de la cadena. Dios desea borregos. Quiere que no penséis por vosotros mismos, que temáis terriblemente sus castigos, y por eso intento evitar que tomarais del fruto de la sabiduría. No os probaba, como os dijo, sino que deseaba moldear vuestras indómitas almas para convertir fieles. No eran sólo Adán y Eva, sino cientos de hombres. Los mismos que evolucionaron del mono porque él lo deseó, pero que luego se aburrió de ellos como del resto. Quien no baila a su son termina siendo despreciado. Satanás quiso liberar por completo el conocimiento que tenía el hombre, pero quería usarlo en su propio beneficio. Yo, por el contrario, sólo deseo que seáis amados por Dios tal y como sois. Aún así, podéis no creerme.

Os preguntaréis qué hago yo aquí contando todo esto. Tal vez no, tal vez os lo habéis empezado a plantear ahora. Puede que hayáis empezado a creer que todo esto viene dado porque Lestat afirma ahora que no soy el demonio, que no soy el arcángel caído, sino que simplemente soy un espíritu poderoso que deseó jugar con él. Comprendo que piense que soy como Amel, nacido de la misma grieta a otro mundo. Podéis creer esa teoría, la mía, la de la Santa Iglesia Católica... ¡Qué más da! Incluso os invito a creer las teorías del Islam. Pero, allí en la cultura que estéis, hay un ser como yo en sus libros sagrados. Algo será cierto, ¿verdad?

En definitiva, estoy aquí conversando porque la reunión que tenía a las siete se ha retrasado. Ya son casi las nueve de la noche, prácticamente me he bebido mi whisky on the rock, y mi secretaria no ha venido aún a incordiarme para decirme que me esperan en la sala de juntas. Escribo esto para lanzarlo al vacío, desde un rascacielos repleto de oficinas, para que cualquiera que pueda leer este papel, el cual llegará en modo de inocente avión de papiroflexia, lo lea.


Dios me llamó Lucifer, pero yo he preferido el nombre de Memnoch. Sigo siendo la luz en la oscuridad, esa que os guiará aunque no lo sepáis reconocer. Sigo brillando como las estrellas, buscando diez almas perfectas como diamantes engarzados en un anillo de compromiso.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt