Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 30 de enero de 2017

Mi historia, vuestra historia

Gregory Duff Collingsworth o Nebamun... es uno de esos vampiros que se hacen amar.

Lestat de Lioncourt 



Muchas veces creí que sería difícil explicar mi vida a otros, pero fue asombrosamente sencillo hacerlo una vez todo se detuvo y comencé a dar explicaciones. Supongo que tras cientos de siglos de silencios, de ocultarme como si fuese un viejo tesoro, fue más sencillo que hablar sobre una vieja historia que parecía más bien una leyenda. Ofrecer una verdad en un momento donde todos los ojos y oídos son pocos es inusual.

Recuerdo la primera vez que pisé un país occidental. Había dejado atrás la arena dorada y amontonada, extensa como un océano profundo y peligrosas como una selva tropical, para encontrarme con bosques, ríos, lagos, ciudades apelotonadas a los pies de montañas o en valles extensos. La lengua no fue difícil para mí debido a los poderes que poseemos los vampiros. Estos nos hacen poder entender el idioma de cualquier país, evitando así fronteras culturales o de cualquier tipo.

Sin embargo, lo que mejor recuerdo, como si fuese ayer mismo, es a Amel apareciendo en la vida de todos nosotros. Ese vínculo, ese germen. Pude contemplar como Akasha caía, junto a su esposo y su fiel mayordomo real, sobre las baldosas de aquella habitación. Me encontraba oculto en un baúl. Era el amante favorito de Akasha, el actual compañero de cama, pues Enkil jamás había tenido tales acercamientos.

Los ojos parecían que iban a salirse de mis órbitas cuando contemplé estupefacto como se introducía en ella, agujereando su cuerpo, para luego incorporarse. Un alarido de dolor, como si ardiera envuelto en un fuego invisible, la avivó. Se convirtió en una marioneta de mirada terrible, soberbia y capaz de cualquier cosa, dejando atrás esa escasa fragilidad que en ocasiones me mostraba en la cama. Era otra. Se sabía poderosa. El miedo se apoderó de mí y decidí seguir oculto, observando como mordía el cadáver del rey Enkil, para luego hacer lo mismo con Khayman. Ambos cobraron vida tras derramar su poderosa sangre sobre sus labios y estos se incorporaron como si nada hubiese pasado.

La mirada de Khayman, siempre alerta, era la de un hombre asustado. Sabía que algo era distinto en él, por eso el silencio parecía precederle. Por otro lado Enkil reía maravillado. Tal vez se sabían muertos, se habían visto como espíritus revoloteando por el techo de la habitación. Jamás pregunté. Sobre todo porque yo fui el siguiente en ser transformado en uno de esos monstruos perfectos. Me convertí en el líder de un ejército ante el desacato del leal mayordomo, el cual decidió proteger a las Gemelas Pelirrojas. Debí hacer lo mismo. Todos debimos hacía mucho atacar a la reina y librarnos de su horror.

Durante siglos recordé la maldición que Mekare lanzó sobre la reina. Dijo que ella le arrancaría el corazón y la decapitaría, que llegaría su hora y lo haría junto a su hermana. Por eso le arrancaron la lengua y a su gemela, para que no pudiera encontrarla, sus ojos. Tuve que separarlas, echarlas a dos corrientes distintas, y asumí mis culpas durante largas noches.

No me siento orgulloso de mis inicios, pero sí de mi presente. He logrado formar una pequeña familia de inmortales, he salvado la vida a un joven vampiro de hermosa piel oscura, y tengo un imperio farmacológico que investiga junto con Fareed Bhansali mejoras en nuestra genética, evitando enfermedades que podrían aparecer o mejorando nuestra calidad de vida.


Sin embargo, contar todo esto, fue difícil. El micrófono estaba abierto, había más de una decena de inmortales rodeándome. Sentí que todos retenían el aliento porque me detestaban por mis malos actos, pero finalmente me perdonaron y aceptaron que tuve mi momento en la historia.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt