Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 18 de marzo de 2013

Lo imposible - Parte 10 - IV


Jasmine no estaba lejos, pues se encontraba situada tan sólo a unos metros después de decidir por su propia cuenta y riesgo investigar los ruidos que se escuchaban en la planta baja. El crepitar del fuego acompañó a su voz asustada.

-¿Mona? -abrió los ojos y sus carnosos labios de chocolate esbozaron una mueca amarga llena de preocupación-. ¿Dónde está Toquín?

Marius se giró para ver a la mujer y no supo que decirle en ese momento. Sabía que él deseaba dar la noticia a todos por igual, pues de ese modo podían consolarse unos a otros. Conocía bien a Marius, inclusive muchos decían que éramos demasiado similares. Después de unos breves segundos donde las ascuas eran las únicas en hablar, así como la desesperación de mi mirada, decidió que volvería a dar por mí la noticia. Rowan ya sabía que Mona no estaba, ahora quedaban los habitantes de Blackwood.

-Por favor haga reunir a todos los de la casa, debo decirles algo.

Corrió entonces a reunir a todos, pues un mal presentimiento tiraba pesadamente de su alterado corazón. Su pequeño la llamó al borde de las escaleras y bajó un par de peldaños mientras abrazaba con firmeza su oso de peluche. El pequeño tenía rasgos muy atractivos, una piel chocolate con leche y unos cabellos que parecían pura seda. Tommy apareció tras él y nosotros salimos de la pequeña biblioteca mientras intentaba recomponerme.

Nash surgió aturdido y a punto de caer, por ello Tommy corrió hacia él rodeándolo por el torso metiendo sus brazos bajo las axilas. Tommy ya era un joven de más de veinte años, una belleza similar a Tarquin y un espíritu terriblemente idéntico.

-¿Están todos? -preguntó.

Mientras tanto, yo no decía nada y tan sólo escuchaba el murmullo de Nicolas abrazándome. Deseé durante varios minutos, y de forma desesperada, lanzarme al fuego. Si bien, recordé las palabras de Louis y aparté al fantasma, para salir corriendo intentando escapar de esos pensamientos y de mi antiguo amante.

Marius se percató de inmediato y no tuvo más opción que soltar la mala noticia de golpe. Escuché sus palabras mientras el aire del pantano cercano golpeaba mi rostro.


-Vuestro amo y señor de esta casa, Tarquin Blackwood... -dudó un poco por la presencia de los más jóvenes, pero no había tiempo que perder-. Ha fallecido junto a su esposa Mona Mayfair... -asentó la urna sobre una mesita donde se solían dejar los canapés y pequeños aperitivos en los días de fiesta-. Éstos son sus restos- añadió solemne-. Si me permiten, debo ir tras su amigo Lestat -entonces, caminó hacia fuera donde me encontraba- ¡Lestat!

Lloraba intentando que Nicolas cesara. Su violín me torturaba así como los versos que surgían de sus labios. Era terrible escuchar sus palabras, absolutamente terrible.

“Pobre de ti, triste de ti, lamentable eres.
Todo lo pierde, quien te ama siempre muere.
Matarás a Louis, porque así lo deseas
porque ésta será tu condena...
¡Tírate primero tú al fuego! ¡Tírate!”

-¡Apártalo de mí Marius!-grité sintiendo las manos suaves y frías de Nicolas sobre mi rostro de forma constante-. ¡Marius! ¡No quiero escucharlo más! ¡No deseo escucharlo más! ¡Hará que termine igual que Quinn!-espeté cayendo de rodillas, mientras los murmullos de Nicolas se volvían aún más incesantes.

Aunque no podía ver al fantasma, y no entendiera muy bien mis palabras, con voz seria y profundamente firme habló.

-Quien quiera que seas deja en paz a Lestat, o yo mismo me encargaré de pedirle a David que te devuelva al cielo o al infierno ¡Lárgate! -gritó eso con tanta fuerza y furia que a cualquiera intimidaría, lentamente se acercó hasta donde me hallaba y me ayudó a levantarme- ¿Ya se fue?

"Recuerda... el fuego purifica"murmuró en mi oído antes de desvanecerse mientras intentaba reunir fuerzas para hablar.

-Nicolas... desde que me instalé en la mansión cercana a la de Quinn han ido apareciendo él, Claudia y otros espectros de vampiros que incluso desconozco... pero creo que es de la troupe que estuvo en el incendio del teatro- me intenté incorporar y caí hasta que por una segunda vez acabé de pie acomodando mis ropas-¿Y Louis? ¿Dónde está Louis?

-Entiendo -asintió levemente a mi información y luego sonrió ladino-. Pensé que ya ni te acordabas de él. Lo encontré muy débil y al parecer alguien lo hirió en la cabeza, porque tenía una mancha de sangre que ni él mismo se había percatado. Pedí a David que se lo llevara mientras te buscaba de nuevo. Se le veía bastante mal, aunque viéndote a ti creo que estás peor- me sostuvo por un brazo-. Volvamos.

-Es mi culpa Marius... y ese maldito fantasma no para de decir que debería tirarme a las llamas- susurré abrazándolo mientras apoyaba su frente contra el pecho de su maestro-. Te juro... que en ésta ocasión intenté hacer lo correcto.

-Ya... -dijo a modo de entender mis palabras y acarició un par de veces mi espalda. Sus manos blancas y de dedos finos me recordaban a las manos de un ángel. Desconocía como pudo ser su hermano, el cual era hijo legítimo de su padre, y eran sus progenitores. Si bien, Marius poseía una belleza europea terrible aunque lo más hermoso de él eran sus ojos y sus manos, al menos para mí así era. Sus manos eran capaces de consolar, señalar para juzgarte o pintar hermosos cuadros a óleo-. Si quieres podemos pedirle a David que se haga cargo de ellos. Según recuerdo sabe cosas de brujería -rodeó mi cuerpo en un breve abrazo casi paternal-. Ni se te ocurra cometer tal cosa, no te lo permitiría ¿serías capaz de causarle más tristeza y dolor a ese pobre hombre que te espera en casa?

-No, Marius... aunque no parezca lógico me hace sentirme extrañamente reconfortado el saber que de algún modo vive. Si bien... me atormenta y en ocasiones es celoso, busca a Louis para atormentarle. Si bien, él no lo escucha. Louis únicamente ve a Claudia debido a nuestro nexo con ella como padres- aseguré-. A veces es peor que un niño, parece querer que todos lo vean pero son escasas las personas que pueden hacerlo-parecía sosegado pero seguía acariciando aquel camafeo con insistencia.

-Entonces soportalo un rato más- respondió con una leve y gentil sonrisa-. Vamos -me apartó sutilmente de su pecho y apresuró- ¿Estás en condiciones de ir a pie o prefieres volar?

-Volar sería más rápido-dije antes de alzarme hacia los cielos notando que estaba más oscuro que antes, señal que el amanecer se acercaba a pasos agigantados.

No dijo entonces ni una palabra más y voló a distancia considerable de mi figura en los cielos. Me vigilaba como un padre habría hecho, pues a ratos así sentía a Marius. Él era más un padre que un amigo, alguien de autoridad al cual jamás escuchaba hasta sentir que ya nada tenía solución. No tardamos demasiado en llegar a la mansión. David se hallaba en el jardín con un libro destrozado en sus manos y que parecía tener piel de cordero en sus tapas, aunque no estaba seguro, pues a penas me fijé en ese detalle.

Descendí acomodando mis cabellos y mirando a David de forma educada, aunque sentía el aliento de Nicolas pegado a mí y mi brazo izquierdo rodeado por los suyos.

-No dejes que me lleve...-susurró apoyando su cabeza en mi hombro mientras se materializaba-. Tú tuviste la culpa... ahora no dejes que me lleve -me miró con ojos llorosos mientras se desvanecía por completo de nuevo. En ese mismo instante salí corriendo hasta el interior para abrazar a Louis.

Subí rápidamente las escaleras sintiendo que mi corazón latía como cuando estaba vivo. Me encontraba alterado, pues me habían dicho que estaba herido y aunque eran heridas sin importancia aún así me preocupaba. Mientras subía escuchaba a Claudia, por ello me detuve para poder averiguar que pretendía.

-Oh, Louis... mi dulce e insufrible Louis... ¿por qué tan solo?- dijo nuestra hija-. ¿Sabías que hoy es luna llena?

-Claudia... no tengo deseos de hablar... -respondió de forma ausente-. Estoy esperando a tu padre -agregó del mismo modo.

Louis se hallaba en nuestra habitación, recostado en la cama con los ojos entrecerrados y los labios sutilmente abiertos murmurando incoherencias. Sus ropas estaban muy sucias debido a la caída, incluso tenía aún hojas entre sus cabellos.

-Tal vez, murió en manos de las Mayfair. Las brujas en luna llena son temibles

-¡No digas eso! -gritó histérico levantándose de la cama y se acercó a su menudo y fantasmal cuerpo de niña- ¡Jamás vuelvas a decirlo! -le imploró desesperado- ¡Claudia!

-Esta muerto... -sonrió esfumándose en el acto.

En ese momento entré agarrándolo con fiereza mientras la maldecía. ¡Cuánto la amaba! ¡Y qué hermosa se veía con su vestido amarillo de gala! ¡Maldita sea! ¡Aún la amaba! Y sin embargo, me quedé allí contemplándola con un gesto de molestia lleno de odio para ella.

-Louis, estoy aquí... estoy aquí-susurró acariciando sus cabellos notando que estaba débil por semanas sin tomar ni una gota de sangre, el fuerzo, las emociones de la noche, la caída...

-¡Lestat! -se prendió de mi cuerpo en un abrazo desesperado-. Estás aquí- temblaba notablemente-. Yo sabía que era mentira -gruesas lágrimas sanguinolentas manchaban aún más su rostro y mi ropa-. Oh mon cher... no pude detenerlo, él se fue... -hablaba de Quinn sin saber nada sobre su muerte- Fue culpa mía, no pude detenerlo... y Claudia... -tembló aún más, aunque parecía increíble que pudiese hacerlo de forma tan intensa-. Creí que moriría si tú no volvías más.

Un golpe súbito contra mi rostro me hizo despertar saliendo de la cama. Louis estaba a mi lado desnudo, aunque las lágrimas cubrían parcialmente su rostro y su cuello, cuando miré hacia la derecha, de donde provenía la bofetada, vi el delicado rostro de Tarquin contemplándome.

-He hecho algo para Mona, pero no estoy seguro si a ella le agradará. Verás, he pensado que podría regalarle...-no dejé que pudiese terminar pues me abalancé sobre él.

Ambos caímos al suelo mientras yo desnudaba su cuerpo, pellizcaba sus extremidades y añadía también pellizcos al mío. Era real. No estaba soñando. Tarquin estaba vivo ante mí hablando de Mona como si nada hubiese pasado. Mi hermanito se apartó intentando recomponer lo que quedaba de su ropa mientras yo estallaba en carcajadas.

-¡Estás vivo! ¡Debemos de celebrarlo!-grité despertando a Louis que nos miró con el ceño fruncido, él también parecía confuso de ver a nuestro hermanito allí con nosotros.

Pocos días después supe que todo fue una confabulación de Nicolas, Claudia y Oncle Julien. El último, sin duda, era el más fuerte de los tres y quien más disfrutó jugando con el dolor de ambos. Era simplemente una diversión de aquellos que una vez estuvieron entre los vivos y formaron parte de nuestra vida o de la historia de nuestras familias.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt