Golpe en la puerta... es una llamada de Lasher. A veces recordamos el pasado como si fuera hoy y a veces el pasado es hoy. Tal vez, para aquellos que no estén familiarizados con la descendencia Mayfair jamás comprendan éstas palabras, pero sólo les diré que el demonio ha cruzado de nuevo la puerta y pretende quedarse en el templo con sus sumas sacerdotisas. Ya está aquí. Reza.
Deja la puerta abierta, pues el cerrojo
necesitará otra llave. Por favor, no cierres la puerta. Podré
entrar por la ventana, pero prefiero ser recibido en tus brazos como
el hijo que regresó a casa del padre. Soy la oveja negra, cuya lana
a sido usada para tejer la telaraña que cuelga de las ramas del
árbol familiar, y la luz que incide en la esmeralda, ofreciendo la
esperanza y el camino al poder. Búscame en el último suspiro,
correteando entre las faldas de la muerte y en la fría porcelana de
la piel de las brujas que yacen en sus aterciopelados ataúdes.
Soy el hombre del jardín. Te escuché
recitar la canción que animaba mi corazón, provocando que bailara
entre las altas hierbas y el dondiego. Tranquila, mis labios están
sellados. La bondad crecerá torcida. La sangre que salpica la
entrada la ocultará el musgo. El diario del pecado saldrá ardiendo.
Todo se consumirá. He visto como el fuego se alzaba con el cántico
de ángeles puros que creyeron en mí, en mi doctrina y mi amor.
Mírame, tomarás la eucaristía conmigo mientras las muchachas
danzan en mi nombre. ¿Sabes mi nombre? Soy el Impulsor de todo, la
chispa adecuada que prendió la antorcha, y el Santo que bajó de
nuevo para tocar las cabezas impías.
Las abejas están llegando, ¿no
escuchas su zumbido? Es el canto de la primavera. Ven a la colmena,
ven a mi colmena. Se parte de mi reino. Acepta la miel que te
ofrezco, saborea la dulzura excitante y olvida el concepto de bondad
que te han enseñado. Trabaja en la colmena, se la colmena. La puerta
estará abierta de par en par. La voz del Diablo canta de corazón
dispersando su voz en el aire, girando suavemente su cuerpo y alzando
sus brazos. ¿No lo hueles? Es el aroma de la primavera anidando en
mi pecho, seduciendo mi aliento y confundiendo tus sentidos. Ven a
mí, te daré miel y brotará de ti un nuevo panal.
Yo estaba allí cuando te despertaste
ésta mañana... estaba muerto, pero tú me diste la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario