Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 22 de agosto de 2014

Estimado Jefe

Mona Mayfair me ha regalado unas palabras que más bien parecen advertencia, pero al menos admite que me quiere. El aprecio es muto. ¡Pero yo no soy tan desgraciado como ella dice!


Lestat de Lioncourt 


Si pudiera resumir nuestra relación en una sola palabra la titularía «Caos», pero no puedo ser tan cruel. He aprendido de mis errores durante estos años, pero sigo teniendo mi orgullo y me obceco en contradecir todos tus dictámenes. Puede que tu experiencia valga la pena para otros, pero sabes que mi libertad y mis deseos son superiores a los tuyos. No sé porqué te molestas conmigo, somos muy parecidos. Cuando me ves tal vez contemplas el fruto de tus intrépidas palabras, tus entrometidos actos de valor y la desfachatez carismática que posee tu sonrisa. Eres divino pecado, pero el pecado se hizo para que yo lo vistiera. Soy joven, me gusta divertirme y no puedes castigarme por ello. He vivido calamidades terribles, tan terribles como las que tú viviste, y también vi la muerte rondar mi cama, besar mis cabellos y reírse de mí. No, no puedes negarme el ser como soy. ¿Acaso no te das cuenta? Eres como todos los padres terriblemente preocupados sin comprender que sus hijos terminan pareciéndose a ellos. Y no hay remedio.

Me gustaría volver a verte. Hace tiempo que no nos enfrentamos. Tal vez debería vestirme de la forma más provocadora posible, con esos amplios escotes que muestren parcialmente mis senos, y no dejen nada a la imaginación. Sólo lo haría por ver tu reacción. Eres un príncipe alocado, pero no dejas que otros cometamos locuras. Tienes miedo de verme sufrir, lo sé, pero el sufrimiento es parte del juego. Me encantaría lanzar los dados, jugar una partida de poker conmigo, y reírme en tu cara cuando la ira reviente. Eres encantador, atractivo y muy arrogante. Y esa arrogancia te mata. Me fascina tus ojos azules con esos rayos violetas, los cuales aparecen en los peores momentos. La rabia te consume, aprietas los dientes igual que los puños, y comienzas a maldecir en cientos de idiomas. Es terriblemente excitante verte así, jefe.

Te recuerdo con una americana blanca, una camisa lavanda de algodón y unos tejanos apropiados para ir a la moda. Sí, te he visto hace poco. He podido ocultarme de ti. Aunque te prometo que intenté no reírme cuando te vi frente a la tienda de aparatos electrónicos. Paseabas ante las cámaras para verte reflejado en cada televisor. Debe ser horrible haberte vuelto una figura de leyenda, pero nada más. Nadie cree que puedas aparecer de nuevo subido en un escenario dando alaridos. Bueno, hay alguien. Ya sabes bien que él siempre te tendrá como su héroe personal, el Mesías de la locura y la celebridad más importante de todos los tiempos. Hoy ha salido solo. No sé donde se habrá metido. A veces lo hace, ¿sabes? Y yo me siento sola. Extraño los días en los cuales los tres salíamos a cazar villanos y vampiros que debían arrepentirse de sus actos. Me pregunto qué harías si te digo que te espero en uno de esos coquetos cafés donde vas a leer el periódico, perderte en las generosas vistas de las escotadas camareras y soñar que esa bruja loca regresa a tu lado. ¿Sabes por qué lo hago? Quizás es porque aún te quiero y te necesito, pero soy demasiado terca como para decirlo cara a cara. Sería tener que tragarme todo mi orgullo escuchando mis palabras. Y una chica no puede permitirse eso, ¿sabías? Menos una bruja como yo. Porque aún me considero una bruja y siempre me consideraré como tal. No puedo olvidar que no me amaras y la prefirieras a ella, una loca beata de la misma ciencia que condenó a todos y no me pudo salvar, como tampoco pudo salvar a mi pequeña.

Jefe, sólo espero que nos veamos pronto y me puedas firmar ese libro que saldrá a la venta. Estoy esperando con ansias tenerlo. Posiblemente lo lea más de una vez recordando la cadencia de tus palabras, el tono amable y cortesano de tu voz, y lo idiota que eres. No puedo olvidar lo idiota que has sido. Intento hacerlo, pero es divertido. Sólo te pido que te cuides, pues cuando nos veamos posiblemente comience esa guerra que quedó en nada. Un enfrentamiento padre e hija, ¿no crees que sería fascinante? Demasiado tentador, jefe. Así que piensa, pronto me verás con un vestido ceñido demasiado corto y escotado, con el cabello suelto imitando al fuego que me consume y con mis ojos verdes clavados en los tuyos. Ve preparando tu mejor discurso, que yo prepararé mi mejor veneno.

No olvides que te quiero,

Mona Mayfair  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt