Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 1 de agosto de 2014

Todo se reduce a un par de sentimientos

Mael me ha hecho llegar esto, me ha pedido que lo comparta y que difunda su mensaje. En sí, estoy de acuerdo en muchas cosas. El mundo muere y la belleza natural parece que aterra al hombre moderno. 

Lestat de Lioncourt 



Los verdes bosques en los cuales crecí, de altos y robustos árboles, prácticamente han desaparecido. El hombre moderno no ve la belleza natural, el deseo imposible de abrazarlos y sentir la vida vibrando dentro de ellos sin necesidad de corazón. Los nuevos hombres, esos que se creen de desafiante inteligencia, no son más que monstruos que no respetan la vida. Ellos sólo ven madera y recursos para lograr alcanzar un nivel económico superior. Sin embargo, sus almas se pudren del mismo modo que se pudren los campos ante una plaga.

En muchas ocasiones he sentido el impulso de salir corriendo, ir en busca de mis viejas raíces y no mirar atrás. Sin embargo, me siento con paciencia en las paradas de autobús de las ciudades modernas. Veo el tránsito de todos y cada uno, tan centrados en sí mismos que no son capaces de alzar el rostro y dejar que otros ojos los escruten. Me concentro en observar las lenguas de asfalto recorriendo cada calle, el temblor del tubo de escape de los vehículos que nos matan con su humo y el continuo cambio de luces en los semáforos. Las ciudades de hormigón, cristal y plástico no son impresionantes. Muchos se golpean el pecho hablando de las grandes infraestructuras, pero yo sólo veo basura acumulándose con fervor.

A veces camino con las manos metidas en los bolsillos, sintiendo que mi pelo se mueve al son de la brisa contaminada e imagino que son los antiguos pastos cultivados de mi pueblo. Puedo sentir el sol incidiendo en mis mejillas, escuchar el murmullo de las arpas o las espadas chocando, y saborear los sabrosos frutos de la primavera. Puedo hacer todo eso porque mi memoria aún es excelente y me niego a olvidar quién fui. Tras miles de años es todo lo que tengo. Mis recuerdos acumulando polvo y sentimientos.

La única maravilla que he encontrado en el corazón de las ciudades, su pequeña dinamita, es que aún hay niños que dibujan el sol en todo lo alto, el cielo azul y hermosos campos que jamás han visto. Está en nuestros genes, sean cuales sean, encontrar el paraíso verde y fresco, la tierra húmeda, el canto de las aguas en movimiento y la vida surgiendo bajo nuestros pies. Lástima que, ya de adultos, todos olvidan ese instinto. El mundo se muere y ninguna de las almas, encerradas en sus ataúdes de mentiras y hormigón, es capaz de salir a reclamar la tierra como algo propio.


Hoy he encontrado un fresno, lo he acariciado recordando las viejas leyendas y el sabor de la hidromiel. He cerrado los ojos y he aspirado el aroma que cargaban sus hojas. Gracias a él he decidido emprender un nuevo camino, buscarlo a él donde sé que se encuentra y rogarle que venga conmigo a los bosques donde nos encontramos. Quiero sentir las caricias del viejo are que tan bien recordamos, aunque sea bajo la oscuridad y un pequeño puñado de estrellas. Su amor es mi único consuelo y apoyo. He aprendido que no importa el tiempo en el cual hemos estado separados, sino el momento en el cual hemos vuelto a estar juntos. Somos dos almas que se han encontrado en éste purgatorio moderno y que comprenden el dolor por el cual han pasado, el deseo que aún les invade y la nostalgia que muestran en sus ojos cuando se contemplan. Todo se reduce a esperanza y amor, como si fuera una vieja leyenda que surge entre las sombras de los edificios más caros y luminosos. Un mundo plástico para dos almas encerradas aún en un árbol, posiblemente una metáfora más de la vida que aún sostenemos. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt