Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 20 de noviembre de 2014

El amor de un padre

Louis otra vez recordando a Claudia. ¿No ve que le hace mal? Nunca me hará caso. Aún así ella fue nuestra damita. 

Lestat de Lioncourt



Recuerdo tu pequeño cuerpo aferrado a mí como si fuera tu ángel. ¿Alguna vez fui tu ángel, pequeña mía? Tal vez lo fui durante un breve instante. Quizás me convertí en un demonio, igual que él, frente a tus hermosos ojos azules. No puedo olvidar tus manos jugando con mis largos mechones ondulados. Tan preciosa, tan pequeña y de labios diminutos que susurraban secretos en mi alma. Me decías cuanto me amabas y necesitabas, rogabas por poemas y cuentos infantiles. Te creía inocente. Eras como una rosa blanca en mitad de la oscuridad, la misma que te fue pudriendo poco a poco y te convirtió en ramillete de perla negra. Sí, en cientos de pétalos prácticamente negros.

Te vestiste de dama cuando aún veía a la niña de hermosos tirabuzones dorados. Esos hilos de rayos de sol que parecían iluminar mi mundo, nuestro mundo, aunque te hallaba aferrada a tus víctimas con tus pequeños dedos como terribles garras. Sólo eras una niña. Una pequeña caprichosa a la cual le concedía todo lo que me pedía, completamente obnubilado por tu belleza y por tus palabras dulces sobre tu necesidad de cariño.

Fui tu padre, pero también fui tu madre. Yo fui la figura menos autoritaria. Me conmovía demasiado tus redondas y llenas mejillas cubiertas de pequeñas lágrimas. ¿Sabes? Eran como pequeños rubíes que brillaban con una belleza similar a tus encantadoras sonrisas, pero aún así las deseaba lejos de ti. ¿Cuántas veces las sequé? Cientos de veces, cariño mío. Despejaba tu frente, la besaba y secaba tus lágrimas procurando calmarte.


Me pregunto tu odio hacia mí, como hacia él, fue causado sólo por el dolor de no poder crecer, como si fueras una Wendy que decidió quedarse por siempre en el País de Nunca Jamás, o porque la semilla del odio germinaba ya en ti. Hubiese dado cualquier cosa por un beso sincero, un abrazo tierno y una última despedida más allá del odio, el rencor y el dolor que pude ver en tu fantasmagórica figura.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt