Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Errante en su pasión

Pues otro texto sobre Quinn y su amor. Otra vez nos deja mal a todos. ¡Gracias! 

Lestat de Lioncourt 


Estar lejos de ella era como morir un poco a cada paso. El reloj marcaba las horas como una terrible guillotina. Deseaba encontrarla y derretirse entre sus manos. Ansiaba los besos ardientes de sus labios de carmín. Tienen el color y la sensualidad de un par de cerezas. Son carnosos, sensuales, seductores y terriblemente deliciosos. Sus ojos son dos prados cargados de esperanza. No necesita una esmeralda en su cuello para poseer un par de gemas. Parece una muñeca, pero no sólo por la perfección de su figura. Ella lo parece por lo clara y suave que es su piel, pues parece de porcelana fina. Sus pecas fueron pintadas con buen pulso, dejándolas sobre su nariz y sus mejillas. La pasión baña sus cabellos rojos como el fuego, los cuales se agitan en mitad de la noche como si fuera una llamarada. Tenerla cerca es demencial. Esos vestidos ajustados, cortos y llenos de pedrería, o tan trasparentes que no dejan nada a la imaginación, te vuelve tan enloquecido que pierdes la cabeza con facilidad.

Si tuviera que piropear a una mujer como ella no sabría. Se quedaría tan mudo como la primera vez que sus ojos se cruzaron con los suyos. Esas pestañas tan espesas, rizadas y largas que decían con cada guiño «Ámame». Y él la amó sin límites, sin fechas, sin necesidad de hacer pactos y con el corazón entre sus jóvenes manos. Dejó que lo arrastrara a un mundo lleno de fantasía sin pudor alguno. Su lengua se enredó en la suya y su alma quedó atada. Ambos se marcaron sin necesidad de mordidas y arañazos. Dejaron que sus almas se contaminaran. Por eso, estar lejos es como morir un poco.

Imaginaba sus brazos como si fueran la frontera del paraíso. Solía soñar con su cuerpo de sirena varado en su vieja cama, desnuda por completo sobre un manto de flores y con una pícara sonrisa. Sus largas piernas, bien torneadas y de rodillas perfectas, se abrían brindándole unas vistas tentadoras y peculiares. Su corazón bombeaba como si siguiese siendo un adolescente condenado a amar a la musa que le insuflaba coraje. Quería beber de sus labios, hundirse entre sus senos, mordisquear sus rosados pezones y navegar sobre su vientre plano.

Se sentía Willem van der Decken caminando sin rumbo y sin tocar tierra, pues tierra era su cuerpo y su cuerpo era felicidad. Tenerla a su lado, contemplándola embelesado, era sin duda lo único en lo que pensaba en las largas noches en las cuales decidía escaparse de su lado, recorrer el mundo por su cuenta y aprender a sobrevivir para superarse así mismo. Jamás sería lo suficientemente bueno para Mona. Nunca sería aceptado del mismo modo que lo hubiese sido otro. Él la había condenado; pero en realidad, para él, la había salvado. Aún así, a pesar de las fronteras y la lejanía, cuando regresaba su pasión se desbordaba y la cama reconocía su ímpetu junto a ella.


Las palabras de amor suenan lentas mientras la pasión es frenética. Las piernas se cansan, los amantes pueden quedar dormidos, pero el amor, ese extraño sentimiento, sigue en pie extendiéndose en el alma de ambos hasta llevarlos a la cima del placer.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt