Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 18 de diciembre de 2014

Toma mi mano

Quinn ha vuelto a dejar un escrito, ¿eso es síntoma que sigue vivo o es que las correspondencias llegan tarde?

Lestat de Lioncourt


El dolor se alojó en mi corazón cuando tan sólo era un niño. La incomprensión rodeó gran parte de mi vida llenándola de misterio, palabras alzadas al aire que penetraban mi alma y miradas que jamás quise devolver. Mi madre siempre me apartó de su vida. Durante algunos años desconocía la verdad. Sin embargo, descubrí que aquella mujer, que me miraba con desdén, era la que me había traído al mundo y mis padres, las personas que se desvivían por mi educación y salud, eran mis abuelos. Me sentí decepcionado y terriblemente confundido. Aquel ángel de cabellos dorados, ojos azul profundo, piel tersa cargada de maquillaje y terribles botas country era mi madre.

Recuerdo que deseé que me amara. Muchas veces intenté que me aceptara entre sus brazos, acariciara mis cabellos y me dijera que era un buen chico. Pero la esperanza se fue disipando con el paso de los años. Me convertí en un huérfano acompañado por una sombra, un compañero eterno, que era mi propio reflejo.

Jamás pude creer que Goblin era mi hermano. A veces creí que sólo estaba loco, pero en otras ocasiones comprobé que había quienes podían verlo. Fue mi compañero de juegos, aprendí palabras interesantes de su parte, pero él quedó estancado en la inocencia y malicia de un niño desesperado por ser escuchado. Finalmente se convirtió en una pesadilla de la cual no podía escapar. Me sentía como si hubiese perseguido durante décadas un conejo blanco. Todos me juzgaban como si fuera un demente, alguien al que compadecer, mientras se le ofrecía un abanico de posibilidades increíbles que no tomaba por miedo.

Tenía miedo a seguir en aquel lugar y a la vez, pese a todo, no quería marcharme. Era una sensación extraña. Quizás estaba destinado a ser lo que soy hoy en día. Es posible que mis dotes de brujo, debido a mis verdadero linaje Mayfair, influyera en mi destino. Un destino que acabó frente a ella, una joven de cabellos de sangre y atractivos ojos verdes.

Se disipó la niebla de la soledad y mi corazón al fin latió con una dirección segura. Dejé de perseguir fantasmas para perseguirla a ella, una chica con una fuerza increíble en un cuerpo que se consumía demasiado rápido. Desconocía que moría cuando la contemplé con aquel pelo alborotado, numerosos lazos en el cabello y atractivo escote. Su voz era dulce, igual que las arrugas de su nariz cuando gesticulaba al reír. Simplemente era una diosa y yo un idiota que se arrastraría hacia el infierno si fuese necesario.

Su amor me dio fuerzas. Durante años fue mi refugio. Incluso cuando mi cuerpo moría. Mi alma jamás dejó de estar unida a ella. Ni mi madre, ni Goblin y nada de lo trágico de mi vida podía detenerme. Ni siquiera los buenos consejos de mi tía Queen eran escuchados. Amaba a mi tía, por su fuerza y su bondad, pero jamás acepté su oposición ante esa unión tan firme y trágica.


Desde hace más de una década caminamos juntos, con las manos unidas, esperando que el destino nos depare algo mejor que una muerte temprana.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt