Por eso la amo, pues se da cuenta que pese a la distancia la sigo buscando y sigo pensando en ella.
Lestat de Lioncourt
Muchos se preguntan cómo es posible
que una mujer seria, casada y distinta a las habituales conquistas de
Lestat, osease yo, cayera en sus brazos. A decir verdad ni siquiera
yo lo comprendo todavía. Intento matizar mis errores, pero este no
lo fue. Creo que él despertó en mí a la mujer que creía dormida,
o quizás muerta y enterrada en el jardín junto a mis hijos, y que
ahora intenta seguir despierta pese a todo. Él juró venir a por mí,
pero no lo ha hecho. No le guardo rencor, pues sé que ha sucedido.
En su última crónica veo a un
guerrero, un hombre hecho así mismo, y no sólo al muchacho de ojos
enormes que me susurraba que todo iría bien, aún cuando ni él
podía asegurar que a la noche siguiente todo marcharía como él
esperaba. Tengo el libro entre mis manos, lo acaricio como si fuera
su propio rostro e imagino su furia al teclear cada palabra. Unas
memorias fascinantes, pero prefiero revivir las nuestras. Esas
memorias que aún me duelen y me hacen suspirar.
El humo del cigarrillo se acentúa,
difuminándose en la habitación, mientras miro el vaso de agua que
me he servido como si fuese whisky barato. No muy lejos de la barra
de la cocina está el lugar donde nos vimos una vez, aquella entrada,
donde tuvimos esas conversaciones mientras íbamos hacia el jardín.
Allí, entre los árboles y la hierva crecida, todavía puedo
descubrir su figura esbelta y perfecta invitándome a su lado.
Tengo un esposo, una vida pulcra y
digna, un trabajo duro y unos poderes de incalculable valor...
pero... también tengo unos recuerdos que no puedo cavilar si son
aceptables o no. Debería dejar de esperarlo, anhelarlo y quererlo.
Sin embargo, yo sé que él no me ha dejado de amar. A veces
encuentro flores en honor a mi nombre, pequeños ramilletes, en
lugares insospechados. Sé que es él. No hay otro que pueda tener
esos detalles tan extraños.
Arriba, en una pequeña cama, hay un
ángel de cabellos dorados. Soy experta en genética, he aprendido de
los mejores y más eficientes doctores, tengo a varios Taltos que
obran milagros para mí y el equipo adecuado para tener lo que tanto
soñé. He sido madre. Él es el padre. Michael lo sabe pero no dice
nada. He usado sus genes, así como el amor que le profesaba, para
tener a esa niña gracias al vientre de otra mujer. No es lo que yo
esperaba de él, pero es más que suficiente. Siempre estará
conmigo, como prometió, y no hace falta que me haga inmortal. Si
muero de vieja que así sea, pero que algo de nosotros viva.
No estoy de acuerdo con todo lo que se
ha publicado sobre nosotros. Ni siquiera puedo afirmar que todo sea
correcto. Hay cosas que no se han contado y otras que se han quedado
a medias. Me guardo muchas cosas en el tintero, o más bien en mi
corazón, porque necesito que sean únicamente mías. Deseo que sean
especiales para siempre. Llevarme pequeños secretos a mi tumba puede
que sea la única forma de morir tranquila. Aún así, todavía
espero el milagro de volverlo a ver cerca de los dondiegos esperando
que vaya hacia él.
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