Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 24 de mayo de 2015

Soledad y amor

El amor no es sólo importante para los vampiros, sino para todos. Ashlar era un Taltos y lo sabía bien.

Lestat de Lioncourt


Conozco bien la soledad y su estigma. He observado el mundo durante siglos guardando el dolor en mi alma, yaciendo cada noche en una cama vacía de calor y recuerdos, mientras mis ojos se cerraban soñando con una mano amiga, un abrazo sincero y un beso apasionado. Derramaba lágrimas amargas y dejaba que mi corazón se quebrara. Mis brazos temblaban mientras murmuraba el maleficio de mi antigua compañera.

Puedo verla aún ardiendo, gritando y mirándome. Igual que aún puedo sentir las manchas de sangre en mi piel, fruto de una terrible disputa, mientras mis hijos yacían a mi alrededor decapitados y asesinados por sus propios hermanos y amigos. Todos los que allí murieron los amaba. Todos eran mi familia. Quedé vacío. Pocos sobrevivieron y los que lograron salvarse abrazaron un Dios sordo, mudo y nefasto para los nuestros. Era el Dios de los hombres, pero no de los Taltos. Podía haber creado el mundo, pero nosotros no éramos sus hijos.

Jamás he entrado en una iglesia con el corazón lleno de paz. Siempre he tenido miedo. Miedo a los ojos de Dios, los ojos de sus creyentes y la fiereza del fuego de otras épocas que provocaban la muerte de los nuestros. Quise encontrar amor en él, pero tan sólo encontré rechazo. Después, reflexionando, me di cuenta que no era Dios el monstruo, sino sus hijos. Los hombres son monstruos si se les educa en el odio. Por eso intento salvar al mundo del odio, la soledad y la miseria. Busco calmar el dolor con la belleza del juego, la inocencia y la virtud que poseen los niños.

Si salvas a los niños salvas al mundo. Por eso, pese a mi dolor, intento salvar mi alma con la bondad de un santo, aunque jamás me consideré tal. La religión no me hizo bien, pues sus dirigentes están equivocados. Yo también lo estuve. Hay que saber amar como ama un niño. Quizás Dios ama así. Tal vez el amor es eso: inocencia y sueños.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt