Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 1 de septiembre de 2015

Horror

Este es otro punto de vista de lo ocurrido aquel día. De verdad, me alegro que ocurriera pese a las muertes. Hemos aprendido mucho de ese día.

Lestat de Lioncourt


La música sonaba reverberando entre el millar de ánimas que rugían llenos de una lujuria salvaje, proporcional al espectáculo que se ofrecía en el interior del estadio, en las calles cercanas muchos jóvenes entonaban las mismas canciones que, mediante varios televisores y radios, se ofrecía. Era espectacular. Todos se arremolinaban sintiéndose parte de un momento histórico. Muchos vampiros habían acudidos camuflados como cualquier otro muchacho ídolo de una supuesta figura cargada de seducción, misterio y horror. Aquel travieso vampiro, el cual había logrado sobrevivir a diversas aventuras, se había encargado de cumplir su promesa con unas dudosas medidas de seguridad. Se había empeñado en lograrlo y nadie podía negar su capricho; ni siquiera pudo negárselo su propia madre o su eterno compañero, el cual se hallaba entre bambalinas, que, sin duda alguna, era culpable de aquel desenlace.

Me había desplazado hasta el lugar fascinado por las canciones que él transmitía. No deseaba decirle a mis compañeros cuánto deseaba verlo en persona. Reservaba mis anhelos en el interior de mi corazón, tan oscuro como mi alma y mi propio tono de piel. Deambulaba por las aceras junto a Killer, mi creador, que no paraba de parlotear sobre el increíble momento que estábamos viviendo. Él sabía que ésto sería una brecha en nuestro mundo y, por supuesto, creía que íbamos a ganar bastante con lo que sucedería.

Entonces, de la nada, todo empezó a ir mal. Cientos de jóvenes, tan jóvenes como yo, empezaron a arder frente a nosotros. Se convirtieron en bolas de fuego que gritaban despavoridos frente a los ojos de los ingenuos mortales. Dentro también se escucharon gritos de horror, palabras de desesperación, suspiros finales y lágrimas de pánico. Las puertas de salida, así como las de acceso, se llenaron de jóvenes de todas las especies, mortales e inmortales, intentando salir de aquel matadero. En el cielo, como si fuese un ángel de la muerte, apareció una hermosa figura. Por las descripciones del libro, y de las canciones, supe que era la Reina Akasha, aquel ser inmóvil que parecía una hermosa escultura.

Killer desapareció de mi lado, una tormenta de despavoridos jóvenes lo arrollaron mientras yo me agachaba, sollozando y rogando mi salvación. Pero alguien, un hombre bien vestido, tiró de mí. Al estar junto a él noté que su cuerpo era tan duro como el cemento, al contemplar sus ojos profundos vi un alma vieja. Era uno de esos milenarios. Decían que no existían vampiros tan viejos, tan sólo un puñado, pero uno de ellos me había retenido como si fuese un Mesías salvando a una de sus ovejas descarriadas.

—No temas—dijo cuando comprendió que aún estaba en estado de pánico.

A mi lado cayó un muchacho, no tendría más de cien años en La Sangre, envuelto en llamas que pronto se convirtió en una mancha oleosa, oscura y pegajosa. Sus ropas quedaron pegadas a la mancha, como si la absorbiera. No muy lejos explotaba el cráneo de otro chico y, a unos metros, dos muchachas morían aferradas una a la otra. Ella sobrevolaba la noche de Lestat, la noche del rock vampírico, convirtiéndola en un infierno terrenal. Pero aquel vampiro me tranquilizó. Convirtió el pánico en un remanso de paz, los gritos se alejaron y sólo escuché su suave, aunque varonil, voz que me compadecía mientras nos alzábamos por los cielos.

—Yo te cuidaré, Davis—había leído mi nombre mientras me aferraba a su cara americana—. Ella no podrá alcanzarte. No creo que sea capaz de dañarme—sonrió y yo me desplomé en sus fuertes brazos, tan fuertes como los milenios que había logrado dejar atrás.


Él era Gregory. Desde entonces camino a su lado. No pienso irme de su casa, ni olvidar lo que ha hecho por mí. Sin embargo, ahora puedo compartir mi tiempo con Killer, que logré hallar vivo décadas después, y con otros inmortales. Pero, sin duda alguna, a quien admiro y respeto es a éste milenario que fue uno de los guerreros más destacados de la guardia real de la Reina, su antiguo amante y posible padre de su único hijo varón, Seth.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt