Lestat de Lioncourt
Cada arruga de mi cara tiene un
significado, aunque son pocas y bien disimuladas. Al mirarme al
espejo me pregunto si realmente se nota el paso de los años. Mi
cabello ya está cano, y por lo tanto nadie podría averiguar el
color oscuro que una vez poseyó. Esos ojos, tan intensos, siguen
siendo vivaces y buscando nuevas lecturas para entretenerme. Puedo
recordar cada uno de los libros que he leído, frases sueltas que me
han llegado a lo profundo de mi corazón y que me hace sentir que
realmente tengo alma. Un alma condenada, pero dentro de mi cuerpo
dándole vida. ¡Y qué vida! Creo que he vivido la vida de diez
hombres, aunque en realidad sólo he jugado con dos barajas.
Sentado aquí, frente a mis numerosos
documentos, medito ante el humo de mi cacao caliente y el de mi pipa.
Dejo que la música flote y convierta a mi enemigo en un niño
divertido. A mis espaldas están los libros que he atesorado, como
hombre refinado y de letras, junto a un ser que pocos pueden ver con
exactitud. Es un hombre joven, apuesto, de bello en el rostro y ojos
azules que parece haber surgido de la nada. ¡Ja!
Llevo años averiguando todo sobre la
familia y el misterio de éste ser, el cual parece enloquecerse por
cualquier tipo de música. Aún recuerdo la horripilante charanga que
llevaba siempre mi abuela, la cual necesitaba para descansar de sus
estúpidos comentarios y necesidades. Ella fue la que descubrió para
mí ese hermoso secreto, el cual he cedido a mi hermosa Stella y a
todas las brujas que han sido concedidas con el don de escucharlo. Mi
hermana era una negada. Ella nunca pudo escuchar al Hombre, lo cual
le frustraba cada día más a éste estúpido que muchos admiran.
Diplomáticamente hablando él me ha salvado la vida, ha hecho que
sea cómoda y placentera. Si bien, hubiese preferido vivir en la
inmundicia a verme doblegado a sus deseos y ruines intenciones.
Me roba el cuerpo. Camina por ahí con
mi aspecto y seduce a las mujeres más hermosas de la ciudad.
Desconozco cuánta descendencia puedo tener. He perdido la cuenta a
las mañanas terribles en las cuales despierto con una desconocida,
oliendo a alcohol y sexo. Mi gran amor, Richard, está a salvo de
todo mal y pecado. Si bien, desconozco a ciencia cierta si él
también juega con su mente.
Ésta es mi historia. Aquí comienza mi
testimonio. Soy Julien Mayfair. Soy el líder en las sombras. Yo soy
quien debería llevar esa funesta esmeralda, pero no soy una mujer.
No poseo los atributos sexuales de una bruja, pero sí el poder de
muchas de ellas. Lasher no es un demonio. Lasher es un fantasma. Él
está vinculado a San Ashlar, el cual...
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