Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 5 de octubre de 2015

Recuerdo con amor

Thorne es uno de esos vampiros sinceros y amables que sólo quieren amar y recordar.

Lestat de Lioncourt


Logré que me perdonara. Ella, la bruja que me convirtió en su protector y amigo, una mujer distinta. Era bondadosa, con un corazón demasiado vulnerable, llena de esperanzas y principios. Su mayor orgullo era su familia, a la cual protegió y defendió siempre. Me consta que amaba a su hermana como una prolongación de sí misma. Ella me habló de Mekare con una ternura, un amor y un cuidado similar al que yo había tenido hacia mis hermanas, las cuales llevaban años muertas. Un hombre de apariencia ruda, atado a una espada, se convirtió al fin en un protector afable que se divertía acariciando los telares de aquella mujer de cabello pelirrojo.

Su piel era como la leche, la nieve fresca y las sábanas limpias. Amaba acariciar sus mejillas y sorprenderme por lo cálidas que podían estar tras alimentarse. Muchas veces la vi sonrojarse ante mis inquietudes, también sentí sus abrazos reconfortantes cuando la pena me ahogaba. Me enseñó a mostrar mis sentimientos, sin tapujos, porque ello me hacía más fuerte.

Decidió que debíamos dividirnos. Ella tenía que seguir su camino en éste mundo y no me podía enseñar nada más. Comentó que mejoraría como hombre, vampiro y guerrero si caminaba solo, aprendiendo a conquistar nuevas enseñanzas, y que, algún día, volveríamos a encontrarnos. Fue una promesa que cumplimos.

Dormía profundamente cuando Akasha atacó al mundo. Tomé la decisión de ocultarme, por miedo a ser destruido. Ella me avisó que si alguna vez ella atacaba, ya que era probable, y no debía interceder. Era su lucha, no la mía. La lucha de su hermana y el hombre que la creó, un vampiro egipcio que estaría por siempre vinculado a ella más allá de la sangre. Ese vampiro era Khayman, el Benjamín del Diablo, y padre de su única hija que fue semilla que dio frutos. ¡Oh! ¡Qué maravillosos frutos! Había descendientes de la pelirroja y el mayordomo egipcio por todo el mundo. Conocí a muchos. Fue un placer jugar con ellos a ser humano y lo hice en su compañía, después de nuestro encuentro fortuito junto a Marius.

Marius es un gran amigo, pero reconozco que Khayman fue un gran hermano. Aprendí de él la belleza de un mundo que desconocía. Me habló de los secretos de Kemet. Amé su voz profunda, sus abrazos sinceros y las canciones que me enseñó mientras tallábamos cerca del fuego. Del mismo modo que amé profundamente a la descendiente más fuerte y hermosa de todas, a la que más se parecía a ella. Sí, hablo de Jesse. Amé a Jesse y la amaré siempre.


Hoy estoy frente a su tumba, como muchas veces en éstos meses, con un hermoso ramo de flores silvestres de floristería. He limpiado la poca hojarasca que ha caído sobre la lápida y he llorado. Admito que lloro y me gusta hacerlo, pues es la libre expresión de mis sentimientos. Estoy aquí, pues los siento cerca, y converso con ellos como en esas noches tranquilas en medio de la jungla.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt