Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 2 de febrero de 2016

El enigma de Memnoch

David ha decidido exponer sus creencias sobre un tema espinoso: MEMNOCH. 

Lestat de Lioncourt

Cuando escuché su historia pensé que estaba loco. Creí que su juicio ya no daba para más. Sin embargo, guardé silencio y medité sobre cada una de sus frases. Había estado transcribiendo punto por punto aquella confesión. Era desgarradora. No podía haberse inventado tantos detalles. Tampoco parecía un iluminado, pero ¿cómo podía creer que alguien como él pudiese llenar decenas de folios con un testimonio tan extraño? Me recordaba a los dementes que llamaban a la puerta de la Orden, se postraban en las escaleras y suplicaban porque un demonio les perseguía. Solía ser, sin duda alguna, producto de su mente o simples espíritus jugándoles una mala pasada.

Aún así, también eché la vista atrás y recordé cierta escena. Una escena que yo mismo había dado por verídica, aunque seguía siendo un ateo más con ciertas nociones espirituales. La visión era la de Dios y el Diablo discutiendo en una cafetería parisina. No podía olvidar aquellos gestos, esas palabras llenas de dolor y miseria, así como la rotundidad del Diablo de gestionar el mismo las almas impuras que caían en sus garras. Un juego sin más. Una apuesta de dos seres todopoderosos llenos de sabiduría y aburrimiento.

Muchas veces dudé sobre mi propio relato. Me mantuve al margen y no se lo conté a nadie, salvo a él. Pensé que quizás su imaginación, siempre en constante alerta, había podido crear aquellas imágenes con tal de satisfacer su curiosidad. Luego lo rechacé. Él era incapaz de hacer daño a su rostro, y menos a sus ojos. También lo veía demasiado atemorizado. Y, por supuesto, estaba ahí El Velo. Aquel trapo, sucio por el polvo y la sangre, mostraba el rostro indiscutible que una persona que tenía ciertos rasgos compatibles con la imagen que todos poseemos de Jesús.

Durante años investigué. No dejé de hacerlo jamás. El libro se publicó. Como no muchos se burlaron de él, pero otros empezaron a temer. Cientos de vampiros en todo el mundo decidieron inmolarse o tirarse a las llamas. Los más beatos esperaban que Dios les perdonase los pecados, otros querían sentir las llamas del infierno para purificar de una vez su maltrecha alma. Yo observé, casi en los primeros días, como vampiros cercanos a mi historia, y a la historia de Lestat, decidían, por si mismos, morir. Algunos lo consiguieron, pero otros sólo quedaron terriblemente heridos.

Lestat en estos momentos, tan cruciales para él, cree ahora que Memnoch no era más que un espíritu similar a Gremt y Amel. Esta teoría podría ser cierta. Quizás nuestros mundos, los mundos que muestra la propia tierra, está plagado de seres que mutan, mejoran y crean su propia historia. Quién puede decir que Dios no es más que un espíritu muy poderoso, así como sus ángeles y los demonios que atacan la luz esperando la recompensa de ser creídos, poseer lacayos o simplemente absorber ciertas energías. Es un pensamiento recurrente para mí, que sigo siendo un hombre de ciencias pues todo lo compruebo y nada creo si no tengo pruebas feacientes.


Desearía que el Diablo se presentara ante mí, con sus mejores galas, e intentara convencerme. Creo que yo sería mucho menos ingenuo que Lestat. Sin embargo, no soy ni tan poderoso ni tan importante en la historia. Lestat ahora es la clave de un misterio que pocos somos capaces de descifrar. Todavía hay historias que él no ha narrado y que no se sabe si algún día lo hará.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt