De nuevo regresamos con "La Radio de Benji" con su programa "La Voz de la Tribu". Como sabéis se transcribe gracias a Daniel Molloy.
Lestat de Lioncourt
Cada ciertos meses decidía hacer
largos viajes por todo el mundo. Recorría las ciudades que más le
interesaban o sitios donde jamás había estado. Quería conocer de
primera mano algunas de las historias que le narraban sus oyentes.
Durante algunas semanas pateó la India y aspiró el aire cargado de
especias y flores de muchas de sus calles, barrios y plazas. Visitó
algunos locales que aún estaban ennegrecidos y destruidos por la
terrible actuación de Amel cuando tomó posesión, casi absoluta,
del sosegado Arjun. También estuvo en Egipto tocando los muros de
muchas de las pirámides, descifrando su verdad gracias a un joven
vampiro que decidió hacer de guía y permitió que le contara lo que
él había visto durante los siglos que tenía de vida. Sin embargo
la radio debía volver a sonar con noticias frescas y hallazgos
únicos.
La primera emisión de la noche sería
impactante para muchos. Algunos aún no creían que fuese posible que
existiera un vampiro idéntico a Lestat, con su misma genética y que
pudiese llamar “Padre” a Lestat. Era un nuevo discípulo de
Marius, pero también fue educado por el hindú Fareed y el Seth,
hijo biológico y de La Sangre de Akasha, que habían obrado el
milagro junto a una joven e intrépida científica que jamás se dio
por vencida. Su nombre era Viktor y había aceptado llevar el
apellido de su padre con cierto orgullo.
Ya había pisado la radio en otras
ocasiones aunque la mayoría como espectador. Viktor quería formar
parte de la élite nocturna, de los vampiros o Hijos de las
Tinieblas, desde que comenzó a comprender que todo su mundo se
basaba en ello. Había vivido de noche, prácticamente aislado en un
búnker, gran parte de su vida.
Cuando observabas a Viktor veías a un
joven formal de ojos rebeldes y tras saber su procedencia, su
historia y genética, comprendías que iba a traer savia nueva a un
árbol que parecía necesitar rejuvenecerse pese a todo. Tras una
gran desgracia siempre venía una calma de un periodo floreciente.
Rose, la hija adoptiva de Lestat, era su compañera y amante. El amor
de ambos era el símbolo de poder salvar cualquier problema gracias a
la fuerza de un amor inquebrantable.
Benjamín se encontraba sentado en una
nueva mesa redonda, para nada la típica cuadrada de patas de hierro.
Había adquirido mobiliario especial con sillas más cómodas,
mejores micrófonos y una mesa especial que estaba llena de carpetas
que pertenecían a Talamasca. Gremt iba a permitir cierta
colaboración con la radio porque podía ser usada para comunicar a
los diversos miembros, así como ejercer ciertas presiones o
colaboraciones con otros seres. Estaba vestido de negro riguroso pues
hasta su corbata de seda era negra. Frente a él tenía a Viktor
vestido con una americana blanca y un jersey fino de cuello alto
color marengo. Rose estaba fuera, posiblemente escuchando la radio
desde su dispositivo, porque no quería que se sintiera coaccionado a
callar ciertas respuestas. Sybelle se hallaba al piano junto a
Antoine haciendo un dueto especial. Los dos músicos vestían ropas
cómodas aunque elegantes. Ella vestía un traje primaveral blanco
cargado de flores y él una simple camisa blanca de algodón y unos
tejanos oscuros. Daniel se encontraba en la cabina accediendo a la
página web para vigilar el chat en directo que iban a tener y David
accedía a la sala para sentarse en la mesa.
Lestat no estaba en Nueva York. Su
padre había decidido quedarse en París paseando por sus abarrotadas
calles junto a Louis. Hacía algunos años que Francia estaba en
guerra con varios países árabes y estaba empezando a sufrir las
consecuencias. Él quería estar allí observando la fortaleza de los
civiles y notando, con cierta amargura, las mentiras de los
políticos.
—Bienvenidos una vez más a “La Voz
de la Tribu”. Hoy, en tu radio de preferencia, tenemos a Viktor
Lioncourt junto a nuestro colaborador habitual David Talbot que
representa la unión especial entre Talamasca y el mundo de las
Tinieblas—explicaba mientras se acomodaba su sombrero de ala
ancha—. Hemos tomado unas merecidas vacaciones para investigar y
poner en práctica ciertos cambios.
—Así es, hemos hecho cambios y
nuevos proyectos se avecinan—confirmó David Talbot—. Talamasca
ha aceptado la mano tendida y desde ahora estaremos colaborando con
sus miembros.
—También hablaremos habitualmente
con el equipo científico de Seth y los laboratorios farmacológicos
de Gregory—indicó Benjamín.
—¡Y el chat en directo!—añadió
Viktor—. Lo siento...
—Como dice nuestro invitado, Viktor
de Lioncourt, estaremos constantemente conectados con vosotros a
través de un chat. El moderador será Daniel Molloy, nuestro eterno
periodista, que tomará nota de vuestras preguntas las cuales pasarán
por un filtro y nos llegará a nosotros—explicó con una ligera
sonrisa.
¿Cómo no iba a sentirse satisfecho?
Había logrado que su radio alcanzara máximos históricos. La
aplicación para móvil se había descargado miles de veces en
numerosos teléfonos inteligentes. Cualquier ser perteneciente a la
Tribu, que en realidad era más diversa de lo que se podía uno
imaginar en un principio, estaba conectado esperando noticias que les
renovara la fe.
—Comencemos con una noticia sobre
Talamasca y empezaremos la conversación con Viktor—intervino David
Talbot—. Se precisa que todos los miembros busquen en los archivos
intervenciones de espíritus poderosos que hayan sido calificados de
demonios. Queremos investigar si existe correlación. Desde hace
varias semanas investigo estos sucesos junto a Daniel Molloy, el cual
está siendo mi mano derecha en muchas ocasiones, y estoy encontrando
ciertos patrones que se han repetido en numerosas partes del mundo y
en diversas circunstancias.
—¿Qué temes?—preguntó Benjamín.
—Temo que el supuesto demonio que
persiguió a Lestat sea un espíritu tan fuerte como Amel, pero que
este desee algo más que poder sentir y experimentar la vida—explicó
sin tapujos.
—Hay muchos fantasmas y
espíritus—intervino Viktor sin ser invitado—. Yo mismo he visto
varios bastante poderosos, pero no me han hecho nada. Sólo querían
conversar.
—Sí, muchos sólo quieren conocer o
comprender la información que posees y añadirla a la suya, pero hay
quienes desean prosperar en este mundo y destruir por placer—informó
David Talbot.
Daniel Molloy entonces pidió paso
desde la cabina donde tenía un micrófono preparado. El antiguo
periodista sacado de los suburbios de San Francisco hizo presente su
voz. Era una voz profunda y seductora que cualquier otro hubiese
comparado con la de grandes locutores de radio o glamurosas estrellas
del cine.
—Hay un miembro de Talamasca que me
ha enviado su acreditación vía Fax que quiere ponerse en contacto
con David Talbot, pues posee un libro interesante que encontró hace
sólo unos días y aún no han catalogado, archivado ni adjuntado. Se
encuentra en dirección a Londres para encontrarse en la sede con el
nuevo director—explicó mientras daba algunos datos extra—. Sólo
ha querido decir que es mujer y que conoce personalmente a David.
—Sólo tres mujeres en Talamasca me
conocen personalmente en esa sede de Londres, el resto por desgracia
murió hace algunos años—comentó.
—Pues posiblemente sea una de tus
viejas amigas poniéndose en contacto. He tomado su número de
teléfono y podrás llamarla en cuanto acabe la entrevista—dijo
mientras se escuchaban sus dedos moviéndose rápidos por el teclado
del ordenador—. También hay una joven que pregunta si Viktor sigue
con Rose o está soltero...
—Estoy casado—respondió de
inmediato provocando que todos le miráramos.
Lestat no dejaba de coquetear con todo
el mundo pero Viktor no. Sin duda alguna era la única diferencia de
carácter que tenían ambos, porque eran alocados y entrometidos. La
arrogancia era una señal inequívoca de ser un Lioncourt, así como
una fuerza espiritual indecible en los momentos más críticos o un
deseo insaciable de conocer.
—Viktor, ¿qué es lo que más te ha
costado asumir?—preguntó Benjamín.
—¿Qué?—dijo de inmediato para
luego guardar silencio. Sus rubias y finas cejas se arquearon y luego
fruncieron. Durante varios segundos permaneció callado intentando
encontrar las palabras adecuadas, después sonrió y se echó a reír
para soltar su pequeño discurso—. Podría decir que arrebatar
vidas humanas porque me daría un toque dulce y melodramático como
ocurrió con Louis, pero la verdad es que me fascina destruir sueños
de la gentuza con la que me topo. La oscuridad siempre me ha parecido
seductora así que jamás me ha llamado la atención pasear por el
parque a pleno sol, pues además la noche tiene un atractivo que
provoca en mí una fascinación absoluta. Si hablamos del sabor
metálico de la sangre os diré que he comido cosas peores en
tugurios de mala muerte, con dietas de supervivencia al ser
estudiante universitario y en viajes por la mitad del desierto. Mi
madre no es que fuera una excelente cocinera, ¿sabéis?—se echó a
reír para poco a poco mostrar algo de seriedad—. Quizá las reglas
impuestas por Marius y mi padre. No comprendo como han aceptado ambos
ponerlas. Uno nunca las ha seguido y el otro se ha mantenido siempre
firme para quebrarlas una a una. Pero supongo que son necesarias. Tal
vez, por encima de las reglas y todo lo que supone ser vampiro, me
provocó cierto rechazo estar encerrado. Los búnker han sido mi
hogar, lugares bajo tierra donde los científicos desarrollaban sus
proyectos y vigilaban el proceso reconstructivo de los tejidos de los
vampiros. Sin embargo, ahora tengo que poner especial cuidado con las
cerraduras y todo lo que es el asalto de los humanos, y espíritus
vengativos, para intentar acabar con nosotros.
—¿Por qué crees que hay humanos
quieren destruirnos?—dijo David Talbot.
—Hasta ahora creían que los libros
de mi padre, como del resto de vampiros, era literatura fantástica y
de terror. No asumían que la historia fuese cierta—contestó—.
Ahora están aterrados porque somos algo que no pueden controlar ni
comprender.
—¿Te puedo preguntar algo?—intervino
nuevamente Benjamín—. ¿Qué te atrajo de Rose? ¿Tal vez su
humanidad? Era la primera humana que veías en años.
—He tenido contacto con los humanos
porque iba a la universidad, pero la convivencia siempre ha sido
limitada. Me sentía como un Tarzán rodeado de vampiros en vez de
grandes simios. Ella era mi Jane, mi flor prohibida, mi hermosa
compañera de viaje en una aventura sin límites y me enamoró su
sensibilidad ante el dolor ajeno, su dulzura, la ingenuidad que la ha
envuelto siempre y su historia. Amo su historia—dijo.
—Pero no es una historia del todo
agradable—comentó David.
—No lo es. La mía quizás es
demasiado fácil—contestó—. Lo he tenido todo salvo a mi padre y
ahora lo tengo a él. Es mi amigo, mi hermano, mi compañero de
noches eternas de conversación y me ha dado algunos consejos que
quizá siga—se echó a reír a carcajadas y negó suavemente con la
cabeza—. ¿No es una locura? Lestat dando consejos...
—Tengo otra pregunta—dijo Daniel
Molloy—. Una humana pregunta si tu padre está preparado para crear
a más vampiros. Ahora está el cupo limitado, ¿pero habrá más? ¿O
se limitará?
—Se limitará. Amel sufre demasiado
cuando hay muchos vampiros. Él está diluido en todos y cada uno de
nosotros, necesita que estemos juntos y no seamos
demasiados—aseguró—. No se puede ni debe dar la sangre a
cualquiera.
—¿Has seguido tus estudios?—dijo
David Talbot quitándose la chaqueta gris humo que llevaba en aquella
ocasión.
—Sí, los he acabado en meses. Ahora
he decidido aprender recorriendo el mundo como hizo mi padre. He
visitado a mi abuela, he conocido a varias mujeres interesantes y
fuertes, me he dejado llevar por los consejos de Pandora y he ido a
visitar ciertas obras renacentistas de la mano de Marius. Estoy
viajando a museos con vampiros que vivieron esos acontecimientos y
aprendiendo incluso de la curiosidad de Armand por la tecnología.
Todo es llamativo y fabuloso, aunque implica una responsabilidad
terrible y una sed que a veces se vuelve insoportable—aseguró
mientras se recostaba en la silla—. ¿Algo más? ¿Puedo decir
algo?
—No, esas eran las preguntas—contestó
Benjamín mirándolo a los ojos—. Pero puedes decir lo que quieras.
—Sé que Mael no está muerto y si
está herido debería ponerse en contacto con Fareed. Nuestro equipo
científico podría ayudarle a reconstruir la piel dañada y paliar
el dolor que pueda sentir en sus extremidades—dijo antes de
levantarse—. Voy con prisa y debo irme, pero quiero pedir en
directo una copia de todo lo que toque Sybelle y Antoine. Estoy
locamente enamorado de su música porque me ayuda a concentrarme y a
sentirme en paz. Por favor.
—Lo tendrás—dijo Benjamín.
—Gracias—comentó saliendo de
detrás de la mesa para bordearla e ir con el muchacho—. Eres
adorable, adorable... como un hermano pequeño—dijo estrechándolo
contra él—. Si necesitas algo, sea lo que sea, cuenta conmigo.
—¡Fabuloso!—gritó—. ¡Ahora os
dejamos con los músicos en directo!
Nada más apagar los micrófonos David
corrió hacia la cabina y tomó todos los datos de la mujer que había
intervenido. Su rostro mostraba cierta preocupación. Pensó en una
vieja amiga que posiblemente rondaba ya los ochenta años y que no
estaba para tener grandes aventuras. Ella era una mujer adicta a la
literatura y sólo se movía de la orden para hallar nuevos libros
incunables, los cuales restauraba y estudiaba con cuidado. Estaba
seguro que era ella.
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