Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 29 de julio de 2017

Amor... ¿Qué es el amor?

Un nuevo recuerdo de Lasher. 

Lestat de Lioncourt 

El humo de la pipa se extendía por todo el pasillo endulzando el ambiente con su detestable aroma. Sus pasos sonaban sosegados, elegantes y contundentes; podría decirse que pisaba con la misma fuerza que sus ojos azules. Algo en él había cambiado y yo podía apreciarlo. Estaba más decidido que nunca averiguar la verdad. Ya no era un niño al cual usar como títere, sino un adulto con algunas canas otorgándole una nota de distinción a su enrizada cabellera negra bien peinada. En el regazo de su brazo izquierdo llevaba un ramo de rosas recién abiertas y poseía un hermoso papel color negro con un lazo tan rojo como los pétalos de estas. El traje era nuevo y le sentaba como un guante, pues su sastre era el mejor de toda la ciudad.

Al llegar al hall de la mansión se colocó la pipa entre sus labios, la pellizcó con sus dientes, y buscó su juego de llaves para cerciorarse que la llevaba, así como tenía la cartera en el interior de su americana. Después abrió la puerta y se marchó dando un suave portazo. El sol incidió rápido en su rostro y él sonrió tomando la pipa con la diestra, echando el humo por la nariz y posiblemente pensando en ese amante que tanto le reconfortaba.

Decía que le hacía sentir vivo. Eso decía. “Vivo”. ¿Acaso alguna vez estuvo muerto? Tal vez lo estuvo en su conciencia. Discretamente había cambiado sus sentimientos hasta que al final había estallado todo como cuando la dinamita abre la entrada de una mina. Supongo que eso podía explicar que se escapara temprano del trabajo en algunas ocasiones y no regresase pronto para almorzar.

Me situé a su lado y caminamos juntos por el jardín. Pude escuchar como tarareaba el último vals que habíamos bailado. Digo habíamos porque usé su cuerpo y fue espectacular, pues creo que deslumbramos en el salón de baile a todas las damas presentes. Claro que él no había sido plenamente consciente, pero la melodía se había quedado de algún modo adherida a su alma.

—¿Por qué lo amas?—pregunté con cierta curiosidad.

—Otra vez tú con tus preguntas estúpidas—respondió enseriando sus facciones.

—¿Por qué te molesta decirme lo que ocurre?

—Impulsor, dices que amas a la familia y no puedes entender esta clase de amor—dijo sin siquiera mirarme.

Tenía ya más de sesenta años, aunque no estaba seguro si ya había cruzado los setenta. A mí eso no me interesaba, pues el tiempo que tenía con él lo bebía a grandes sorbos hasta emborracharme.

—Es porque a mí nunca me han amado.


Mi respuesta hizo que girara el rostro y me observara minuciosamente durante unos segundos. Creo que sintió lástima por mí, pero pronto suspiró y volvió a sonreír oliendo las rosas. Sabía que estaba pensando en ese muchacho de rostro dulce y piernas demasiado largas. Lo envidié. Envidié que pudiese saber lo que es amar y me juré que al regresar amaría, pero finalmente no logré más que un nuevo calvario.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt