Jasmine era tan encantadora... debería visitarla.
Lestat de Lioncourt
Todavía intento asimilar lo ocurrido
hace ya más de una década. Asumirlo es fácil, aceptarlo es
difícil. Sobre todo cuando te detienes a pensar que a tu lado
estuvieron criaturas que sólo cabían en los libros de literatura.
Ha sido difícil e intenso el recorrido de todos estos años, sobre
todo porque Tarquin se marchó para no regresar. Pensé que sería un
viaje a lo sumo de dos o tres años, como el que realizó siendo algo
más joven, y que nos trajo a un hombre más fuerte y convencido ante
sus principios. Sin embargo, no ha sido así.
Recuerdo cuando Mona apareció como un
fantasma en la puerta de la mansión. Tenía el cabello revuelto y
pegado a la cara, pues había empezado a llover. Sus ojos verdes
estaban sin brillo debido a que ya no había esperanzas. Su piel
rosada ya era sólo un recuerdo, porque la palidez de la muerte la
había recubierto como si estuviese hecha de cera. Se movía como un
autómata y estrechaba con fuerza un ramo de flores, el cual parecía
recién comprado para la ocasión. Apenas se escuchaba su voz
clamando ver a Quinn.
Por supuesto que la dejé pasar y la
acompañé hasta las escaleras, una vez allí, debido al alboroto,
apareció su noble Abelardo, nuestro apuesto Quinn, para subirla. Sé
que para algunos es un idiota, pero yo aún amaba al padre de mi
hijo. Siempre lo voy a amar y más por gestos como aquel con la mujer
que más amaba entre todas las que ha conocido. A su modo me quiere,
como quiso a mi madre o ha querido incluso a la suya.
Debí sospechar cuando se obró el
milagro y ella apareció lozana y feliz. Sin embargo, ¿vampiros?
Imposible. Aunque también debí creer que algo más que el viaje
había cambiado a mi apuesto jefe. Él parecía menos disperso, pero
a la vez aún más congojado como si el mundo ya no le perteneciese.
He averiguado esto al buscar algo más adulto para los chicos, Tommy
y mi Jerome, y he hallado unos libros donde el protagonista es su
maravilloso y encantador Lestat. Habla de como entró en el
vampirismo afectando incluso a la vida de su madre. Creí que sólo
era una broma pesada, pero investigué y al parecer son ciertos.
Incluso aparece Merrick, esa hermosa mujer con apellido Mayfair, en
uno de sus libros.
Ahora entiendo que no regrese, que
apenas escriba o llame. No me importa. Realmente no me importa. Sólo
quiero creer que su alma, aunque haya sido modificado su cuerpo
debido a sus poderes, siga siendo la del chico que me cautivó y robó
el aliento. Por supuesto, nuestro hijo, que ya ha alcanzado los
veinte años, no lo sabe aún. Creo que debo hacerlo. Hace unas
noches lo vi hablando con un sujeto que me recordó a la mujer de los
camafeos, esa que admiró y quiso tanto tía Queen.
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