Siempre que os saludo es para iniciar la jornada ¿verdad? ¡Oh sí! Bien, bien... ¿recuerdan a Avicus? Ya saben el grandullón del árbol. ¡Ese mismo! Ha traído esto para ustedes: TRUE LOVE.
Lestat de Lioncourt
Recuerdo tu tierna sonrisa cubierta de
preocupación y desasosiego. Temblabas en mis brazos la primera
noche. No comprendo como pude sentir tanta ternura por una
adolescente, casi una niña, tan rápido. Fue inesperado. El murmullo
de los gruñidos de Mael se propagaba por toda la habitación; sin
embargo casi eran imperceptibles para mí y tú podías notarlo. Tus
manos me acariciaban el rostro perfilando cada marca. Un guerrero con
un pequeño ser frágil y dulce. Tus enormes ojos brillaban en la
oscuridad como los de un felino y tu aroma era el de un bosque.
—¡Mírate!—llegó a gruñir—.
¡Qué haremos con este incordio!
—¿Me dejarás? No puedo sobrevivir
sola—tu pecho comenzó a moverse agitado, tus manos se perdieron en
mi espalda al rodearme firmemente con un miedo atroz y el murmullo de
tu llano me sobrecogió.
—¡Por favor! ¡Eres una mujer! ¡Por
frágil y tonta que seas en apariencia eres mujer! ¡Las mujeres son
más firmes y fieras que un hombre! ¡Instinto de supervivencia le
llaman!—exclamaba con una furia incontenible.
—¡Mael!—llamé su atención, pero
parecía inevitable que la discusión prosiguiese.
—¡No me calles Avicus! ¡No me
calles!—explotó y escuché como se movía en su ataúd.
—No... no me dejes...—sollozaste
intranquila esperando que respondiera a tu favor y lo hice. No podía
dejarte. Sentía que me rompías el corazón con tu llanto.
—No te voy a dejar porque un celta
odioso diga que debo hacerlo—te dije antes de cubrir tu rostro con
besos y pude notar entonces la humedad de tus lágrimas.
—¡Te he escuchado! ¡Mañana mismo
me largo! ¡Algún día te darás cuenta de tu maldito error!
Reconozco que fue un error dejar que se
marchara. Jamás me perdoné su partida. Durante algunos días pensé
que era un alivio, sin embargo me percaté que era imposible aceptar
una vida sin él. Me aparté de su camino porque jamás me perdonaría
del todo haber aceptado tu cercanía. Si bien tú te marchaste. Me
has demostrado que sola puedes vivir perfectamente y aunque aún te
amo, con todas mis fuerzas, he buscado a Mael para rogar perdón. A
pesar del tiempo que hemos recuperado de alguna forma, pues siempre
se logra recuperar una porción gracias a largas charlas y profundas
miradas, nunca podrá soportar el hecho de haberlo dejado marchar.
Sin embargo tengo un sueño. Un sueño
donde los tres convivimos. Tú eres la delicadeza y la fuerza, una
dualidad hermosa, que intenta ser comprensiva conmigo en cada acto y
él es la fuerza de un misterio, la cultura de la sabiduría cercana
a lo natural, y parte de la profunda seriedad que aún inundan las
viejas historias. Estoy hecho de trozos de ambos. Sois las astillas
de mi corazón.
Ruego por volverte a ver danzando
frente a mí descalza, con los brazos girando en círculos perfectos
en el aire y con la gracia de una mariposa entre las flores. Rezo
porque en tus cabellos aún cuelguen las flores recién cortadas y
porque tus mejillas se iluminen como cerezas maduras. Clamo a los
cielos nocturnos tu nombre y te busco sin poder hallarte. Desearía
que nada malo te hubiese ocurrido porque eres parte de mí. Por
favor, vuelve a nuestro camino.
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