Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 20 de septiembre de 2014

Sheol

Memnoch me dio esto. ¿Tengo que tener miedo? ¿Puedo salir corriendo? ¿Puedo gritar llamando a mi madre? ¡Mamá, el coco me persigue!


Maldito demonio...


Lestat de Lioncourt 


Las almas son arrastradas aquí, empujadas hacia mí, mientras contemplo como unos y otros aún se desafían. Parece que fue ayer cuando éste lugar era lóbrego, casi vacío, y las almas que estaban aquí tan sólo lloraban su penosa suerte. El infierno se ha convertido en un lugar concurrido donde todos se acusan con el dedo, señalándose furiosamente, mientras se miran con desprecio. Políticos corruptos y opulentos, banqueros sin escrúpulos, empresarios que amasaron fortuna torturando a sus empleados, jóvenes descreídos enfermos por las drogas, mujeres que decidieron quitarse la vida, hombres que mataron con sus propias manos a sus hijos, mercenarios, asesinos en masa, crueles déspotas y demás despojos. Todos unidos en un grito imposible de soportar.

Dios me dio una misión. Estoy aquí observando a todos intentando decidir las diez almas. No sé aún como elegir siquiera estas. Tal vez por los arrepentidos, los descreídos, aquellos que tuvieron una vida dura y tuvieron que robar las migajas que otros lanzaban a sus caras. No lo sé. Tan sólo observo. Y mientras miro a los ojos a esos condenados, perdiéndome en sus rostros lacerados por el miedo y el dolor, recuerdo los suyos. Él, ahí de pie, intentando ser el príncipe valiente mientra sus piernas temblaban queriendo huir.

Lestat siempre me pareció idóneo para lanzar mi mensaje. Él llegaría a las masas. Cuando él habla es como un Mesías. Todos callan, guardan sus pensamientos, y agitan sus manos hacia el cielo esperando un milagro. Todos. No hay nadie que no crea que él pueda traer un mensaje propicio. Muchos le detestan, pero cientos le veneran. El amor se hizo de odio, o quizás es el odio, cuando él apareció triunfante mostrando su mejor sonrisa. Es un vampiro con corazón de niño, pues aún tiene inocencia y la malicia que desprende, esa que siempre dice tener, no es más que la travesura de un niño. Quiere ser libre y eso lo hace diferente, pues muchos dicen desear la libertad pero la temen. Él no teme a nada, salvo a la soledad. Sin embargo, aprendió a caminar por sus calles y se hizo eco de su voz. Él sabe estar solo, pero no es agradable escuchar sus pensamientos a cual más atrevidos.

Lo elegí a él. Como Dios eligió crear a los hombres, las aves o las plantas. Yo lo decidí. Fue bueno que lo hiciera. Sin embargo, ¿sabía yo que lo amaría? Tal vez ya lo amaba. Sentía una atracción casi magnética cuando deposité mis ojos en él. Siempre sería ese muchacho que cabalgaba entre los bosques, con su escopeta cargada, buscando una nueva pieza de caza para llevar a la mesa. Nunca fue cobarde, salvo en contadas ocasiones porque temió por todos. El miedo fue su jaula, pero pronto fue arrancando barrotes. Ya casi no hay nada que lo retenga, ni siquiera la soledad.

Sentado aquí me compadezco. Amar no es propio de demonios. La obsesión no es aceptable. Mi reino se derrumba entre sollozos y gritos de horror, pero yo sigo siendo el príncipe que se recrea con la visión del mundo, que no es el que se postra ante él, donde Lestat es otro monarca, uno muy distinto, con colmillos y capa.


Lestat, ven a mí una vez más.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt