Lestat de Lioncourt
14 de Febrero de 1998
Estimada Ophelia
Supongo que te preguntarás el motivo
de mi carta por escrito, a puño y letra, y no tras la horrible
pantalla de nuestro ordenador. Aunque tal vez lo sospeches debido a
la fecha que reza al principio de esta carta. He enviado estas líneas
al correo con unas semanas de antelación y rezo porque lleguen en la
fecha exacta o pocos días antes. Al igual que estoy suplicando
porque llegue sana y salva, sin rasguños ni ser abierta por otras
manos que no sean las tuyas. La razón es mi amor por ti y mis deseos
de rodearte entre mis brazos, estrecharte contra mi pecho y obligarte
a dejar que mis labios rocen los tuyos.
Amor mío eres el motivo fundamental
por el cual continuo pensando que este viaje ha sido un terrible y
desastroso error. Quiero regresar a tu lado y rogarte que me
perdones. Ya no sé cuantas veces lo he dicho y cuantas veces lo
diré. Por favor perdóname. Perdóname por dejarte atrás y
emprender una aventura que es insignificante comparado con
contemplarte cada noche, acariciar tus cabellos y hundirme en tus
ojos verdes como si fueran océanos de frescos pastos. Mona, mi Mona,
te extraño.
Recuerdo tu piel lechosa contra la mía,
tu pequeña figura vibrando por nuestras bajas pasiones y tus labios
convertidos en una mueca de felicidad, éxtasis y orgullo. Quiero
coronar tus cabellos con esas flores silvestres que tanto aprecias y
nombrarte por siempre mi Ophelia. Soy tu noble Abelardo y a la vez un
estúpido que deberías rechazar de inmediato. ¿Cómo he podido
hacerte esto? ¿Cómo? Quisiera que esta fecha no estuviera marcada
en el calendario ni ver las tiendas repletas de símbolos del amor,
la amistad y la pasión.
Deseo huir hasta ti, abrazarte con
ternura y perder por completo el aliento al sentir tus caricias. Tú
eres lo único que me ata a New Orleans, pues el viaje está siendo
tan excitante y maravilloso por el conocimiento, por no tener a
Goblin a mi lado, que siento que deberías haber venido conmigo. Pero
luego pienso que era una auténtica locura. Tu enfermedad te lo
impide y te ata a los caprichos de los médicos que quieren salvar tu
vida.
Quisiera decirte que no he llorado
escribiendo estas líneas, pero sería engañarte y no mereces eso.
Eres demasiado inteligente para percibir que la emoción me acongoja
y me destroza violentamente. Nash ha tenido que entrar en la
habitación para sosegarme porque he explotado. Mona, Mona... ¡Mona!
Lamento muchísimo ser así. No olvides que te amo y que mi corazón
es tuyo desde que te vi en aquel restaurante del hospital
perteneciente a tu familia. No puedo olvidar tus lazos en el cabello,
tu seductora sonrisa y tu cálida voz llena de matices.
Algo me dice que todo cambiará, pero
no mi amor por ti. No puedo asegurarte mi regreso en fechas próximas
y tampoco que me permitan ir a verte. Ya no sé que pensar. Sé que
me amas y es lo único que me importa, no obstante me lleno de miedos
al pensar que tú me necesitas o me estás necesitando. Mis lágrimas
y pensamientos son todos tuyos, igual que mi corazón y mi fuerte
pasión por cada una de tus palabras y gestos.
Sé que si tengo la más mínima
oportunidad de salvarte, rescatarte y convertirte en mi esposa lo
haré. Lo haré con la misma pasión con la cual te besé la primera
vez. Te aseguro que lo haré y esto es una promesa. Igual que la
promesa de volver de este periplo por Europa.
Te amo.
Tarquin Blackwood.
No hay comentarios:
Publicar un comentario